¿Imaginamos una sociedad sin oenegés? Pues ojo con la reforma de la Ley de Subvenciones

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Por Juan José Lacasta

El Gobierno va a reformar la Ley General de Subvenciones y en su propuesta de reforma hay medidas demoledoras para el tejido de ONG del Tercer Sector. Como tales reformas se pongan en marcha va a arrasarlo.

Lo va a arrasar sin remisión el que cada subvención pública tenga que llevar aparejado UN MÍNIMO de un 25% de cofinanciación por parte de la ONG. ¿Qué organización social sin ánimo de lucro cuenta con esa liquidez para hacer frente a la cofinanciación? Una o ninguna como decía el chiste. Lo más probable es que una empresa o institución con ánimo de lucro sí que cuente con ese margen.

Van a verse arrasadas muchas ONG del Tercer Sector si se aplica un régimen sancionador rigorista con voluntad de aplicación general e implacable, sin discriminar en por razones o efectos, como se plantea en la reforma: no se endurecen las sanciones, sino de que no habrá quien se libre de ellas cuando haya alguna falta por parte de la entidad subvencionada. Así, por ejemplo, cada infracción leve se sancionará con un 10% del total de la subvención concedida, pudiendo llegar la sanción hasta el 50%. Y quien gestiona subvenciones sabe que no es fácil cumplir siempre con todos los requisitos en tiempo y forma por muy estructurados que se tengan los sistemas administrativos, y muchas, aunque estén haciendo una magnífica labor social, no disponen de ellos. Ninguna ONG cuenta con margen para pagar esas sanciones que serán como espadas de Damocles. Aunque, probablemente, las entidades con ánimo de lucro quizás sí puedan hacer frente a ellas.

Se arrasará al Tercer Sector si no se discrimina a éste respecto de otros. Hay que entender que sus características, su idiosincrasia, su naturaleza social y económica son diferentes. El valor que añade es diferente y, por tanto, debe ser tratado desde su diferencia.

Las razones que se aluden para dicha reforma son la eficiencia, la simplificación de la gestión, la transparencia y la lucha contra el fraude.

Con todo de acuerdo: más transparencia, más eficiencia, una gestión más simple y…, por supuesto, más y mejor lucha contra el fraude. No nos equivocaremos si decimos que el todo el Tercer Sector, excepto el que se disfraza de Tercer Sector (Noos y otros), quiere participar y colaborar con el Gobierno para tomar todas las medidas que sean necesarias para evitar el fraude… pues claro, no faltaría más, pues no hacen daño ni nada los Noos y demás parásitos de la buena voluntad, de los que, como consecuencia, estamos pagando justos por pecadores. Empecemos ya, sin demora, Tercer Sector y Administraciones o viceversa, a luchar contra el fraude.

Pero…, qué tiene que ver todo esto (la eficiencia, la transparencia, la simplificación, la lucha contra el fraude) con el estrangulamiento que supone el mínimo del 25% de cofinanciación y el endurecimiento del sistema.

El Tercer Sector, intrínsecamente, tiene poco margen de maniobra económica. Precisamente, para que funcione, hay que darle el margen que necesita. No se puede meter en un mismo saco a toda organización susceptible de recibir una subvención. Las organizaciones del Tercer Sector tienen que ser cuidadas, mimadas, sin perjuicio del rigor que es justo exigirles en su gestión; pero hay que cuidarlas de acuerdo con su situación y naturaleza. Si no, no podrán desarrollar su función y su tarea, que es nada más y nada menos que apoyar a los colectivos de los ciudadanos más desfavorecidos y con más riesgo de exclusión para que vivan una vida digna; y que es nada más y nada menos que vertebrar a la sociedad motivándola a participar en torno a causas y proyectos humanos y sociales. A ver si nos enteramos: las organizaciones del Tercer Sector trabajan para un mundo mejor, más justo y más solidario, de manera desinteresada.

Si arrasamos con el Tercer Sector, daremos otro paso atrás irreversible en la cohesión social, en los derechos de las personas y en el capital axiológico –de valores- de una sociedad.

Si no es el propósito –esperamos que no lo sea-, no nos pongáis a las ONG a competir con la empresa con ánimo de lucro, incluso con la gran empresa, en el terreno económico porque tenemos todas las de perder. Nuestro ADN está hecho de cooperación, de solidaridad, de apoyo mutuo, no de competición. El Tercer Sector se ha forjado con todo eso, pero también está hecho de espíritu de lucha y de reivindicación de lo justo…, de eso también está hecho. Así que, ojo, que el Tercer Sector no se va a dejar arrasar.

Parece que de estas medidas recogidas en la reforma se libran de nuevo los partidos políticos. Así que lucha contra el fraude… ¿no?

Se está levantando una marea…

Juan José Lacasta es Director de Estrategia y Desarrollo Organizacional de FEAPS España

Fuente: APUNTES PARA LA PARTICIPACIÓN

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