Mejorar el abastecimiento de agua: una forma eficaz de luchar contra la malaria

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  • El trabajo de ONGAWA en la mejora del acceso a agua potable en Tanzania ha tenido un impacto positivo sobre la incidencia de malaria en comunidades rurales.
  • El prestigioso investigador Pedro Alonso, del Instituto de Salud Global, considera el servicio  de agua y saneamiento como una pieza clave en la lucha contra esta enfermedad.

 

La vida de cientos de miles de mujeres y niñas que habitan en pequeños pueblos de las zonas rurales de muchos países del mundo comienza, cada día, levantándose al amanecer para recoger agua. El trayecto en ocasiones puede ser de hasta cuatro kilómetros, y se repite al caer la tarde, cuando de nuevo caminan hasta las fuentes para cargar el agua hasta sus hogares.

Entre los riesgos asociados a este recorrido diario está el aumento del tiempo de exposición a las picaduras de mosquitos transmisores de enfermedades como la malaria, que se concentran sobretodo en zonas húmedas y son más activos en las horas del amanecer y el anochecer.

Ésta era la situación de la aldea de Kizenga, en el distrito de Kigoma Rural, Tanzania, en donde hace ahora algo más de doce años, ONGAWA empezó a trabajar en un programa hidrosanitario, tomando el relevo del trabajo iniciado por Médicos Sin Fronteras-España para luchar contra el cólera endémico en la zona. Hasta la fecha, el programa ha atendido ya a más de 144.000 personas, rehabilitando o construyendo nuevos sistemas de abastecimiento de agua, promoviendo infraestructuras de saneamiento básico, formando promotores para la educación comunitaria en hábitos higiénicos, fortaleciendo las capacidades de los comités de usuarios para la operación y el mantenimiento de los sistemas y trabajando conjuntamente y apoyando a los gobiernos locales.

En 2006 se realizó una evaluación externa de este programa, que evidenció una reducción esperable de las enfermedades trasmitidas por el agua, como el cólera, Shigella, amebiasis o las diarreas por helmintos. Sin embargo, lo que sorprendió por inesperado fue identificar una reducción muy elevada de anemias y paludismo en la población, concretamente del 80% y 64% respectivamente, en comparación con otras comunidades en las que no se había actuado.

Datos como los observados en Kigoma, evidencian la importancia de luchar contra la malaria desde muy diferentes ámbitos. La mejora de los diagnósticos y de los tratamientos son, sin duda, elementos imprescindibles para ellos. Pero acompañar estas acciones con medidas de prevención, como uso de mosquiteras e insecticidas pero también disminuyendo el tiempo de exposición a las picaduras a través del acceso domiciliar al agua potable y la utilización generalizada de letrinas en las áreas rurales de los países endémicos, es fundamental para reducir el riesgo de padecer la enfermedad, riesgo que afecta especialmente a dos colectivos vulnerables y prioritarios en la lucha contra la malaria: los niños y las mujeres jóvenes.

 Los esfuerzos desplegados a escala mundial para combatir y eliminar la malaria se han incrementado durante los últimos años, permitiendo salvar la vida de 3,3 millones de personas desde el año 2000 y reducir la tasa de mortalidad debida a esta enfermedad a la mitad, según revela el último Informe Mundial sobre el Paludismo 2013, realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y presentado el pasado mes de diciembre.

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Son datos esperanzadores, teniendo en cuenta que aún se producen 207 millones de casos, 627.000 muertes al año y que 97 países declararon transmisión activa de malaria el último año. Sin embargo, el 80% de la mortalidad mundial se concentra en unos pocos países, especialmente en Nigeria y la República Democrática del Congo, este último fronterizo con la región tanzana de Kigoma.

 Entre los esfuerzos internacionales, cabe destacar el trabajo de la OMS en 2011 con el rediseño de su proceso de formulación de políticas sobre el paludismo con el fin de responder mejor a los rápidos cambios epidemiológicos y del contexto de desarrollo. Con este fin se creó el Comité Asesor en Políticas sobre el Paludismo, que actualmente desarrolla una Estrategia Técnica Global y un Plan de Acción Global de lucha contra la Malaria 2 (GMap2) en un proceso colaborativo, de cara a la inclusión de este objetivo en la agenda global de desarrollo post- 2015.

Esta nueva estrategia está dirigida por un Comité compuesto por 14 destacados expertos internacionales y presidido por el prestigioso investigador Pedro Alonso, director del Instituto de Salud Global, del Hospital Clinic- Universidad de Barcelona, y miembro del Consejo Asesor de ONGAWA. Alonso, que trabaja desde hace años en diversas estrategias de control, incluyendo fármacos y vacunascontra la enfermedad que podría ver al luz en 2015, nos recuerda que no podemos esperar a medio plazo una “bala mágica” contra la Malaria; trabajar en la prevención también es importante. El trabajo de organizaciones como ONGAWA en la mejora del abastecimiento de agua y el saneamiento en países endémicos es una pieza clave de la estrategia global de lucha contra la enfermedad.

FUENTE: Ongawa ingenieria para el desarrollo

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