La Cooperación para el Desarrollo, en peligro de extinción

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La acción de cooperar entre unos pueblos y otros para un fin común vinculado a mejorar las condiciones de vida de las personas está en peligro de extinción. Al menos tal y como la conocemos hasta ahora, debido a las políticas de recortes abrumadora que fomentan que estos apoyos mutuos se vayan reduciendo poco a poco.

La filosofía de apostar por el sector privado y disminuir las políticas públicas a modo de prácticas neoliberales puras y duras no está resultando de lo más satisfactorio para quienes trabajamos, de manera remunerada o voluntaria, en Cooperación Internacional para el Desarrollo. Aunque mucho menos para aquellas poblaciones que viven de la tierra, para las que apenas tienen recursos, ni educación secundaria, ni siquiera para aquellas cuyo sistema sanitario no le cubre el medicamento que consigue aliviar un simple dolor de cabeza. Pero tampoco para las que velan por una real igualdad de género, para las que apuestan por una mejor salud materna e infantil ni para aquellas que protegen a su medio natural de las energías contaminantes y fomentan el cuidado del Planeta.

La pasada semana se celebraba el Día del Cooperante, esa figura que actúa de mediadora entre la fuente financiadora y las poblaciones o comunidades con las que se trabaja en conjunto, aunque la celebración haya tenido muy poco para brindar.

Y es que podríamos haber juntado nuestras copas y que el chin-chín retumbase por lo bien que va todo, por los logros conseguidos, por el buen rumbo de la vida de aquellas personas a las que no siempre se les presentan las mejores oportunidades, pero lejos de soñar con los ojos abiertos no podemos ni perder el tiempo en ello.

Entre los años 2009 y 2012, los presupuestos destinados para la Ayuda Oficial al Desarrollo se redujeron en más de un 70%, afectando a miles de personas que viven sin las condiciones de vida dignas. Para este año 2014, la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) ha destinado tan sólo 10 millones de euros, lo que está afectando al transcurso de los proyectos planificados, así como a la vida misma de las comunidades para los que están destinados. Muchos de ellos ni siquiera son terminados generando desánimo y frustración tanto de las organizaciones que lo trabajan como de las personas a las que van destinados.

Coherencia de políticas

Los datos en Extremadura no son más alentadores. Para el año 2014 el presupuesto destinado a AOD ha sido de unos 7,4 millones de euros, en 2013, de 7,8 millones de euros, mientras que en 2012 fue de 13,8 millones de euros, según los Planes Anuales de la Cooperación Extremeña de la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AEXCID). Aunque de esas cifras las cantidades ejecutadas varían, todo esto desvirtúa los discursos presupuestarios, por lo que hay que estar atentas a ver qué pasa en 2015 y seguir exigiendo una coherencia de políticas. Porque no tiene sentido seguir hablando de Cooperación para el Desarrollo si no lo relacionamos con las políticas comerciales, agrícolas, fiscales, financieras, migratorias…

Es por todo ello que desde la CONGDEX queremos recordar que la Cooperación Internacional para el Desarrollo sigue siendo esencial porque sin ella continuamos generando desigualdades, pobreza, injusticias y malestar de pueblos enteros que, como el tuyo y como el mío, merecen vivir como deseen. Es una obligación ética y un compromiso político el que sigamos trabajando en esta línea con el fin de que todas las personas tengan las mismas oportunidades en cualquier lugar del mundo, independientemente de dónde hayan nacido o crecido.

De ahí que continuemos trabajando por conseguir nuestros objetivos para lograr ese otro mundo posible que perseguimos con ahínco.

El primer reportaje de Días de Cambio, una sección de la Coordinadora Extremeña de ONGD para Canal Extremadura Radio, ya se puede escuchar en el siguiente enlace:

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