#DESPLAZADASPORELMUNDO: EL OLVIDO VUELVE A UCRANIA

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En los años 30 del siglo XX,  la dictadura de Stalin, en pleno apogeo de la URSS, necesitaba alimentos para satisfacer las necesidades de la masa obrera de las ciudades que encabezarían la industrialización del país, objetivo propagandístico del stalinismo para ocultar así la inexistencia de libertad y derechos humanos. El plan llevado a cabo fue el de requisar a la fuerza las cosechas de los campesinos ucranianos para alimentar a la población de las ciudades, con la consiguiente hambruna en Ucrania, donde llegaron a morir unas 5 millones de personas, víctimas del totalitarismo más despiadado. Este hecho fue desconocido y olvidado por el resto del mundo durante años, debido al hermetismo que el régimen soviético siempre mostró frente al exterior.

 

Si volvemos la vista a la Ucrania actual, hay de nuevo un hermetismo sobre el conflicto iniciado hace ya más de 4 años (desde junio de 2014) por el levantamiento de las regiones de Donetsk y Lugansk, prorrusas y apoyadas militar y logísticamente por el Kremlin, contra el gobierno de Kiev. El desconocimiento de lo acaecido en este conflicto y de lo que está sucediendo con la población civil recuerda al olvido y desconocimiento que parece ser el sino de Ucrania en su historia. Si en la etapa soviética el olvido se debió al totalitarismo y aislamiento de la sociedad soviética, hoy podríamos acudir a la explicación de que la UE y Occidente en general no quieren enfadar al gigante ruso, árbitro en la disputa por los recursos energéticos necesarios en Occidente y aliado clave de Europa y USA en la geopolítica actual.

Los datos, referidos a 2018 y emitidos por ACNUR, hablan por sí solos: 4,4 millones de personas afectadas por el conflicto, con 1,8 millones de desplazadas dentro de Ucrania y 500 mil que han huido al extranjero.  Además de las muertes que se siguen sucediendo en el conflicto (varios centenares de civiles muertos en 2017, sin contar las bajas militares), está la destrucción de viviendas, infraestructuras de gas, agua y electricidad…

 

Mención aparte merece el dato referido a la presencia de minas que, según algunos datos de UNICEF, amenaza la vida de más de 200 mil niños, sin olvidar que las zonas minadas impiden que esas tierras puedan ser cultivadas, dificultando la alimentación a la población que vive en las zonas de conflicto. Económicamente, la población en las regiones militarizadas tiene que decidir, por la carencia de recursos fruto de la guerra, entre pagar por comida, carbón o gas (en una zona especialmente fría en invierno).

 

Estos datos desenmascaran el argumento de los países de la UE (por supuesto, también España), que, ante las peticiones de asilo de población ucraniana que huye de la guerra, alegan que el conflicto no es tan dramático como el de otros países y que esperan que antes o después se resuelva sin tener que aceptar las peticiones de asilo de los refugiados ucranianos. Los datos, sin duda, son lo suficientemente alarmantes como para actuar con mucho mayor compromiso en la cobertura a la población refugiada de Ucrania. Parte de esa acogida la están realizando el resto de regiones ucranianas, pero el hecho de que muchas personas no hayan salido de su país no significa que la situación no sea preocupante o que efectivamente necesite de la solidaridad de la UE o Rusia.

 

Un ejemplo que evidencia la urgencia de actuar es el caso de la población anciana que vive el conflicto. Estas personas no pueden huir ni siquiera a otras regiones de Ucrania pues sus escasos recursos (el cobro de pensiones se ha visto afectado por el caos administrativo surgido a causa de la guerra) les impiden poder pagar taxis o autobuses y poder desplazarse a zonas más seguras. Otro caso ilustrativo es el de Vasily Zubko, que recorrió 400 kilómetros en bicicleta para refugiarse en la ciudad de Kiev. Estos dos ejemplos demuestran que el conflicto es más dramático de lo que el silencio informativo parece transmitirnos.

Así, parece injustificable la desatención del resto de países europeos hacia la población refugiada de Ucrania. Ya sabemos que el interés real de los gobiernos europeos en atender a población refugiada es bastante escaso salvo los casos excepcionales que se explotan mediáticamente  para lavar la imagen de nuestros gobiernos. La consabida excusa de la falta de recursos no es convincente, pues sabemos que para otras políticas menos sociales siempre existen recursos. Y contamos con ejemplos de solidaridad que aleccionan sobra la buena voluntad como principal recurso para ofrecer refugio, apoyo y oportunidades a quienes huyen de la guerra y la miseria. Sin ir más lejos, la ciudad polaca de Gdansk, de 460 mil habitantes, acoge en la actualidad a unos 25 mil refugiados, de Ucrania y otros países del mundo. Por otro lado, un país como España, ha respondido negativamente a  2 de cada 3 solicitudes de asilo en 2017, y concretamente para población ucraniana, ha denegado la acogida a más de 3 mil ucranianos.

El olvido siempre es aliado de la injusticia, lo más alarmante de todo es que, en un caso como el de Ucrania, el olvido de lo ocurrido parece interesado y premeditado. Habrá que seguir luchando contra el olvido del sufrimiento de la población ucraniana y el de la población de tantos lugares del mundo.

Esta píldora ha sido realizada, gracias a la colaboración de Enrique González Calderón, miembro de la Asociación Extremeña de Comunicación Social

*La campaña #DESPLAZADASPORELMUNDO ha sido realizada por el Grupo de Movilidad Humana de CONGDEX y financiado por AEXCID.
Imagen cedida por Junglajara

 

 

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